“Es más fácil prevenir malos hábitos que terminarlos” -Benjamín Franklin.
Y tú, ¿estás todavía a tiempo para instaurar buenos hábitos en tu familia y su alimentación o es necesario que termines los malos hábitos que tienen? Quizá es una pregunta que no te habías hecho pero heredarles hábitos saludables es lo único que te debe preocupar.
Seguramente tu vida activa ya es un gran ejemplo para ellos y cuando te ven hacer ejercicio quieren ser como tú. Pues ahora, encárgate de que te vean comer saludable para que lo copien también. Ellos no van a hacer lo que tú no haces, por lo que es tu obligación hacer las cosas correctas. Los hijos son responsabilidad de los padres, así que, ¡a darle! Eso sí, tienes que saber que, para establecer un hábito, la repetición es clave y por eso tienes que comer bien todos los días.
Para iniciar el cambio tienes que, por un lado saber qué están haciendo mal, (busca asesoría de un nutriólogo que te ayude), y por el otro hacer un plan de acción. Tendrás que ir poco a poco y por etapas. El primer paso es elegir un objetivo, ¡uno sólo¡ Porque intentar cambiar todo al mismo tiempo e implementar mil ideas simultáneas no te llevarán a ningún lado y te generará enojo y frustración.
Una vez instaurado este hábito, deberás mantenerlo y ese será el momento de establecer uno nuevo (sin abandonar el anterior). Puedes pensar en cosas como “que tomen agua sola”, “que moderen el consumo de azúcar”, “que no se excedan en arroz, pasta o tortilla durante la comida”, qué-se-yo. Hay muchas opciones y cada padre y madre sabe lo que sus hijos necesitan y "de qué pie cojea" la familia.
Pueden, por ejemplo, hacer la lista de la compra todos juntos, así en casa habrá las cosas que les gusta comer. Obvio, tú eres el adulto que marca los límites y hace las propuestas necesarias para que la dieta sea correcta y saludable, pero invitarlos a participar hará que los hábitos sean más atractivos. Pueden también hacer la compra, cocinar, planear menús, hablar sobre el tema cuando estén en la mesa, la clave es tener todo el tiempo presente que la familia está trabajando en conjunto por el bien de todos, que no es algo impuesto sólo por los papás y que no tiene razón de ser.
Finalmente, esos niños algún día dejarán de serlo y necesitan tener las herramientas suficientes para poder hacerse responsables de su salud y de la de su familia, cuando la tengan.
¿Sabías que...?
Así pues, si un niño come entre 1500 y 2000 calorías al día, el 10% son 150-200 calorías es decir unos 35g de azúcar blanca. Si tomamos como referencia el 5% serían 75-100 calorías, es decir, máximo 25g al día.
Tips
¿Qué deben comer los niños que hacen ejercicio?
Los niños que hacen ejercicio deben cuidar su alimentación tanto o más que los adultos. Una mala dieta puede afectar no sólo su desempeño deportivo sino su rendimiento escolar y su desarrollo.
He aquí algunas recomendaciones de lo que deben comer los "niños atletas":
Los niños deben mantenerse al margen de las dietas de moda y comer pan, tortilla, papa, pasta, arroz, elote, camote, quinoa, amaranto, avena, frutas y verduras. En todos estos alimentos encontrarán los nutrimentos que necesitan para tener energía y crecer. Todo lo que tenga alto contenido de azúcar puede excluirse del panorama.
2.- Deben proteger el aporte de proteína:
Todos los días deben consumir huevo, pescado, carne, pollo o lácteos por lo menos en los tiempos de comida principales para garantizar el aporte, también, de vitaminas y minerales.
Es decir, de origen vegetal como aguacate, aceite de oliva, semillas y oleaginosas. Una porción pequeña en la comida y otra en cada una de las colaciones será suficiente para cubrir sus necesidades.
4.- Deben beber agua sola:
Los niños deben acostumbrarse a beber agua sola, diario, suficiente. Entre 6 y 10 vasos, dependiendo la dieta y la actividad del niño, puede ser suficiente.
5.- Recuerda:
Los niños no deben hacer dieta sino aprender a comer correctamente y eso lo aprenden de los papás.
Alimento: Leche con chocolate
Un niño que hace más de una hora de ejercicio al día debe recuperarse, por ello con 200 ml de leche con chocolate (o de cualquier sabor) tendrá proteína (5.6 g), carbohidratos (19.6 g) y muy poca grasa (0.8 g), además de vitaminas A, B, D y E y calcio.
Papás, no lo duden, la leche es un súper alimento.